lunes, 4 de julio de 2011

Clases de literatura policial

Nacida en Oxford, Inglaterra, en 1920 y fallecida en 2014, Phyllis Dorothy James, mejor conocida como P. D. James, pasó 49 años dedicada a la escritura de novelas detectivescas. Su último libro de ensayos, Talking About Detective Fiction (2009), traducido por Ediciones B como Todo lo que sé sobre la novela negra, es un ameno compendio de su experiencia como autora y como lectora del género. En sus 179 páginas, el libro intenta dar un panorama cabal, si bien no exhaustivo, de la narrativa policial producida en Inglaterra y Estados Unidos desde sus inicios hasta décadas recientes.

James inicia proponiendo una definición para la narrativa detectivesca: no basta con presentar un misterio y proporcionar la satisfacción de una solución final, ya que estas características las poseen obras que no pertenecen al género, como Emma, de Jane Austen, o Casa desolada, de Charles Dickens; para hablar de ficción de detectives se requiere la presencia de un crimen misterioso que funcione como centro del relato; de un grupo de sospechosos, todos con medio, móvil y oportunidades; de un detective, profesional o aficionado; y de una solución a la que el lector debería poder llegar a través de la deducción lógica. ¿Por qué un asesinato como vértice? Porque el asesinato es el crimen por excelencia y provoca una repugnancia, una fascinación y un miedo atávicos, afirma la autora.

Luego de dejar sentado su concepto central, James retrocede a los orígenes de su objeto de estudio y resulta un tanto imprecisa al atribuir su paternidad: primero, la concibe compartida entre William Godwin y Wilkie Collins, por ser los primeros novelistas en escribir una historia detectivesca clásica completa; un capítulo después, les da el mérito a Edgar Allan Poe y a Arthur Conan Doyle, por inventar la historia de detectives y por la influencia en su desarrollo.

En las páginas de Todo lo que sé sobre la novela negra desfilan grandes nombres de la novela policial: con los ya mencionados, G. K. Chesterton, Dorothy L. Sayers, E. C. Bentley, Nicholas Blake, Agatha Christie, Josephine Tey, Raymond Chandler, y Dashiell Hammet, entre otros. Aparte de sus consideraciones personales sobre el tema abordado, la autora traza la evolución del género detectivesco y la recepción de las obras en la época de su publicación, y en un largo capítulo revisa la estructura clásica del relato policial, su ambientación, sus personajes y sus implicaciones éticas. El resultado es un libro casi conversado, ágil, nada pretencioso y de gran utilidad para conocer la biografía de un género que sigue muy vivo entre los lectores de hoy.

El volumen cierra con una reflexión muy atinada: James reitera la capacidad de la narración detectivesca para aliviar las tribulaciones de la vida cotidiana; si bien buena parte de las exponentes del género no son excelentes, reconoce, al nivel de los grandes monumentos de la ficción (menciona como ejemplos Guerra y paz y Ulises), sí atienden necesidades humanas esenciales, ya que nos proporcionan emociones, misterio y humor. Agrega la autora que, además, la lectura de unas no está reñida con la de las otras. No puedo estar más de acuerdo.

2 comentarios:

  1. Luis Bernardo Pérez19 jun 2017, 12:24:00 a.m.

    Saludos. El título en español es un absoluto error. ¿Qué es lo que sabía P.D. James de novela negra? Nada o muy poco, porque ella no escribía novela negra, sino novela enigma. Era una versión refinadísma de lo que hacía Agatha Christie.

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  2. De acuerdo: el título fue una mera estrategia publicitaria. No habla P. D. James de la novela negra en particular sino de la ficción detectivesca en general. Sin embargo, sí aborda, como parte de su objeto de estudio, la obra de Chandler y de Hammett, por ejemplo. Saludos de vuelta, Bernardo.

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